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¿AGRICULTURA Y ARQUITECTURA?

Actualizado: 27 abr 2021

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El desarrollo urbano de las ciudades ha estado históricamente ligado a su producción alimentaria en la periferia (Benis, Reinhart, & Ferrão, 2017). Para el caso de México, los antiguos Altépetl[1] consideraban un porcentaje de tierras fuera del Calpulli o barrio para el abastecimiento y producción de alimentos, sistema que se conservó durante el periodo colonial y que poco a poco ha ido desapareciendo en las áreas urbanas contemporáneas. Es decir, la dependencia ciudad-zona agrícola, se ha ido reduciendo para pasar a un sistema global de producción de alimentos que poco tiene que ver con el consumo local o con las redes de abastecimiento.


¿Cuál es el rol de la arquitectura y el arquitecto en este cambio de paradigma? Por un lado, el rol de arquitecto como desarrollador de ciudad se ha ido transformando y complejizando en las últimas décadas. Queda poco del arquitecto clásico que diseñaba y construía una casa y podía vivir de sus ganancias por mucho tiempo. El campo de la arquitectura se ha vuelto tan vasto como las especialidades en medicina, pero por otro lado la capacidad de imaginar y dar solución a las necesidades de habitabilidad de un arquitecto, han sido desplazadas por las fuerzas del mercado inmobiliario y del desarrollo informal. No obstante, la crisis en la profesión también presenta una oportunidad para aprovechar el vasto conocimiento del campo de la arquitectura y el urbanismo – con una fuerte formación social – para aplicarlo en áreas tecnológicas y participativas que resuelvan algo tan trascendental como lo es la seguridad alimentaria.


Está claro que el despertar de la conciencia hacia el impacto ambiental y social que genera el desarrollo urbano es clave para responder a un consumo congruente del territorio. Por ello, garantizar la independencia agraria y defender la identidad rural de muchos pueblos y comunidades periurbanas necesita alianzas estratégicas. Una de ellas es con la arquitectura, al ser una profesión que profundiza en el análisis de las necesidades del usuario y su contexto, y que responde a través de proyectos estratégicos que propongan estructuras basadas en el diseño social y rural o agrario.


Por todo lo anterior, la “agri-tectura” del inglés “agritecture – agriculture and architecture” fue formulada por Henry-Gordon Smith como el desarrollo del pensamiento arquitectónico en el planteamiento de sistemas agrícolas a sistemas construidos (Gordon-Smith, n.d.), en otras palabras, se complementa como la integración de la agricultura a las ciudades a través de métodos como el BIA Building Integrated Agriculture (Benis et al., 2017), el diseño regenerativo o la permacultura urbana. Asimismo, lo que se cuestionó el creador del concepto, fue que muchas veces los arquitectos daban soluciones imposibles a jardines verticales o huertos urbanos que poco tienen que ver con un sistema de producción agrícola eficiente. También cuestiona como muchos especialistas en agronomía fallan en el planteamiento social y funcional de granjas urbanas (ibídem).


Por todo lo anterior, la agritectura surge como complemento a propuestas de paisajismo, diseño participativo, permacultura, bio-arquitectura, sistemas hidropónicos, sistema de invernaderos pasivos, que buscan proyectos holísticos en sus entornos construidos y urbanos.


Desde la creación de Amealco Taller Colaborativo (2020), el equipo y estudiantes de servicio social de arquitectura y carreras afines han iniciado una serie de proyectos agritectónicos. Nos hemos enfocado a “lo rural” y agrícola debido a que el mundo ha olvidado la importancia de las zonas rurales, como espacio primigenio de la cultura, del abasto de alimentos y los pulmones que requiere este planeta para su respiración (ibídem). En ese marco, las zonas rurales y periurbanas presentan nuevas ruralidades, transformadas por el mundo urbano que homogeniza los sistemas de vida tradicionales. Por ende, se busca trabajar lo agritecnónico desde lo local.


Cabe señalar que el trabajo de servicio social se ha intensificado en los últimos años debido a las demandas comunitarias en áreas tan diversas como arte urbano y huertos comestibles. Sin embargo, a raíz del confinamiento y respuesta al Covid-19, se establecieron 4 escenarios de trabajo que incluyen la gestión biocultural, el diseño social, los talleres de aprendizaje y los proyectos de agritectura.


El objetivo del Taller Amealco y los escenarios de trabajo es dar respuesta a las necesidades de la población local interesadas a través del planteamiento de un sistema agrícola urbano que se adapte a los espacios propios de la vivienda o de sus patios.


En resumen, los escenarios del taller trabajan en conjunto con los agentes comunitarios y su educación continua. Es cierto también que las propuestas de agritectura no son cosas que no se hayan visto, pero que, si se piensan desde lo local, su gestión y asequibilidad, tendrán una mayor oportunidad de permanecer y co-evolucionar con las necesidades de la población.

[1] Del náhuatl Cerro de agua, el Altépetl era una entidad socio-política (Navarrete, 2020) de los antiguos asentamientos prehispánicos o pueblos definidos con su propio sistema de gobierno, identidad cultural, territorio y cosmovisión. Un buen ejemplo de ellos son Cholula y Tochimilco, Altepeme que no han dejado de ser habitados desde su fundación y que conservan fuertes lazos espirituales con la tierra.

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